Libro impreso, Libro electrónico by Bertha Paredes Medina

(Ahora que se realiza en México el Simposio Internacional del Libro Electrónico, les comparto mi artículo acerca del futuro del libro; Este comentario fue publicado en el periódico Tribuna de Campeche)
Hasta hoy nadie se había atrevido a decir con todas sus letras que el libro en unos 50 años habrá desaparecido. Es arriesgada y temeraria la afirmación. Se tiene que tomar en cuenta por el foro donde dicha expresión fue externada: La Feria Internacional de Guadalajara. La misma feria a donde he tenido par de oportunidades de asistir y por ello, se dé lo trascendentes que son sus pasarelas. Esta feria es un canto al libro. El objetivo es promover las novedades escritas de las editoriales más importantes del país y dar a conocer las últimas obras de famosos autores. Quizá por esta razón la citada afirmación se torna irónica pero, por fortuna, discutible y debatible. Es cierto que con la aparición de las redes digitales, ahora, un lector encuentra mayores posibilidades de encuentro con la lectura y los libros. Aunque, de cierto modo, esta posibilidad es discriminatoria. Solo permite leer a los que tienen modernos aparatos digitales de nombres difíciles de pronunciar o mínimo una computadora personal e internet. A la fecha la democratización de estos aparatos no es una realidad, por sus costos. Entonces, la proyección a 50 años no nos permite ninguna garantía de que todos tendrán acceso a lo digital. La predicción lanzada por uno de los conocidos escritores que participaron en esta edición de la FIL solo se trató de un buen deseo. No se duda que, en los próximos años y décadas, haya un notable incremento en la digitalización de libros disponibles para lectura pero que desaparezca el libro escrito es difícil. Lo cierto es que con los modernos aparatos de lectura mucha gente se está perdiendo la experiencia de lo que significa tener un libro en las manos. Sentir la textura de la hoja escrita y el característico olor a tinta. Con las pantallas digitales no hay nada de eso. Pero bueno, dirá alguien, eso está bien para los románticos seguidores del libro impreso. A lo que se le responde que para el disfrute de un buen libro no se requiere de pilas ni de energía eléctrica. Y así, podríamos seguir hasta llenar varias páginas con los pros y contras de lo que tiene de bueno el libro impreso o el digitalizado. Lo cierto es que no podemos cerrar los ojos a que actualmente hay un gran número de diarios y revistas que únicamente utilizan el formato digital. La tendencia irá en aumento pero el libro impreso, tal y como lo conocemos, será difícil convertirlo en objeto de museo. La opinión del señalado escritor que da solo 50 años de existencia al libro, es respetable pero no aceptable. Insisto, es arriesgado su pronunciamiento porque sin darse cuenta estaría proyectando también el certificado de defunción de todas las editoriales que publican libros y que hacen posible esa maravillosa feria de Guadalajara, donde casi es obligado, salir llevando bajo el brazo la última novedad editorial de su escritor favorito. Eso, como dice un comercial, no tiene precio.

La Literatura después de Saramago y su influencia en Latinoamérica. Bertha Paredes Medina

(Este documento lo escribí recién fallecido mi admirado escritor José Saramago; Es mi opinión considerando la influencia que tuvo, tiene y tendrá en la literatura latinoamericana. Contagiada por el esfuerzo de la UNAM en promover, entre los jóvenes de México el estudio de su obra a través de un concurso de ensayo, modestamente les comparto este trabajo con el único animo de aportar una perspectiva para los que nos sentimos motivados por su obra y también para los que se inician en la lectura de su producción literaria. Como diría Saramago, opiniones van y vienen  y como siempre sucede, en algún punto confluyen)

 Latinoamérica, por siempre Latinoamérica

Por excelencia Latinoamérica ha sido cuna de una pléyade de escritores que,  irrumpiendo en el mundo de las letras, han contribuido a cambiar el escenario de la literatura universal. Tanto así que, hoy en día, no se podría entender el desarrollo de las artes, las letras y la cultura mundial sin el trabajo de los autores latinos. Desde el ámbito formativo, nos topamos en un primer encuentro con la vasta producción literaria de estos hombres y mujeres. Precisamente, a través de este inicial acercamiento, se despiertan las ganas de seguir leyendo sus obras completas y sirve de ancla para no dejar nunca el apasionante sendero de los libros y la lectura. Es como un viaje maravilloso. Al principio, con la contención que imponen los criterios educativos de cada país latino que determinan los títulos y pasajes que deben leer quienes se forman en los centros educativos. Luego, cuando uno puede hacer uso del libre albedrio se acerca, motu propio,  a las obras que definen el perfil exacto del pensamiento de cada escritor y, entonces, uno suele decidir si comparte esas líneas de pensamiento o simplemente  extrae la miel del conocimiento y entretenimiento de cada volumen escrito. Hablar de escritores en Latinoamérica es hablar de personajes que ha dejado huella en el inventario mundial de las letras. Hombres y mujeres que han trascendido más allá de la palabra. Que han sembrado semilla en tantas mentes y tantos corazones que producen esperanza y anhelo por  la vida, el amor, la familia, la libertad y que son inspiradores para toda Latinoamérica. Para el escritor no hay fronteras ni circunscripciones. El escritor latino escribe para todos. Lo mismo recibe elogios que reproches por sus trabajos. Lo mismo lo leen en Europa, en China o en México. Son, de cierto modo, embajadores plenipotenciarios de la palabra escrita. Y lo más interesante, son imperecederos.

 

Encontrando a Saramago

Empecé a leer a José Saramago cuando descubrí que sus obras comenzaron a desaparecer de los estantes de las librerías. Razonablemente me parece que alcanzar el premio nobel de Literatura fue una causa de ello. El repentino boom de adquirir títulos,  de un aval del galardón Nobel tiene, paradójicamente, el efecto de una pompa de jabón: dura poco. Cosa que no ocurriría con la obra de este escritor. El primer libro que adquirí, lo tome de en medio de par de títulos de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. Los impulsos de mi formación educativa que nos presentaba, a los dos últimos autores, como la referencia obligada cuando uno busca comprar un buen libro, me hizo dudar un instante si hacia lo correcto. El Evangelio según Jesucristo, fue mi elección definitiva y así tuve mi primer libro de Saramago. No me defraudó su lectura. Por el contrario despertó mayor interés por conocer y leer más de su obra. De estilo irreverente sin acusar doblez ante las reglas gramaticales oxigenó el terreno literario con esa  forma suya de hacerse notar y entender desarrollando una narrativa de gran fecundidad literaria.  No se sabe desde cuando este autor empezó a escribir pero hasta los 40 años es que aparece publicada su primera novela. Irrumpió ocupando un espacio entre los grandes autores. Este espacio ya nunca lo perdió. Lo cimentó con una serie de obras escritas con poquísimo lapso de tiempo entre una y otra. Escribía y publicaba como si tuviera prisa. Eso se entiende cuando alguien empieza a publicar sus trabajos habiendo cumplido sus primeras cuatro décadas de vida. Su nombre empezó a dejarse oír hasta el último rincón del mundo donde hubiera un lector. Los títulos de sus novelas aumentaban año con año. El número de lectores igual se incrementaba. Su fama e influencia en los medios literarios notablemente crecía. El mundo literario exigía su parte de este autor de carne y hueso. Apareció el Saramago viajero; El conferencista; El firmante de autógrafos; El que daba cátedra; El que acumulaba premios; El que no paraba de escribir ni de publicar; El que supervisaba la traducción de sus obras; El que estaba al pendiente de alguna película basada en una obra suya; El que parecía inmune e inmortal y El irreverente, ese gesto tan suyo, que lo distinguía de los demás.

Escribir en Latinoamérica

Los escritores latinos se mueven en las turbias aguas de la fama. Triunfar en Latinoamérica es ser profeta en su tierra. El triunfo de unos, como todo en la vida, condiciona el fracaso de otros. Guardadas las formas, incluso viene siendo como una cofradía en donde solo sobreviven los más inteligentes. Deriva esta apreciación de la situación pasada y actual de los escritores latinos. Tomemos el ejemplo de una lista combinada de preferencias personales, y no tan personales,  de los considerados como principales exponentes de la literatura. Pongamos unos 20 nombres de autores conocidos, famosos y exitosos antes de surgir en la escena Saramago y sus novelas.

1.  Jorge Luis Borges                     2. Pablo Neruda                           3. Gabriela Mistral                                                                   

4. Mario Vargas Llosa                   5. Mario Benedetti                       6. Julio Cortázar

7. Juan Rulfo                                 8. Isabel Allende                          9. Ernesto Sábato                                                                        

10. Carlos Fuentes                        11. Alfonsina Storni                    12. José Martí

13. Octavio Paz                            14. Adolfo Bioy Casares             15. Osvaldo Soriano                                                                

16. Rómulo Gallegos                   17. Vicente Huidobro,                 18. José Emilio Pacheco

19. Carlos Monsiváis                                                                        20. Ángeles Mastretta

Con la  primera impresión podría  pensarse que la lista está incompleta desde el punto de vista de cada lector y sus preferencias literarias. En dispensa se apunta que la idea que origino esta compilación es que los nombres sean ubicados e identificados por la mayor parte de personas a las que se recite los nombres. De eso trata la aseveración de literato universal, es decir, que sea inmediatamente reconocido por la gente que lo haya o no leído. El asunto aquí es determinar un escenario de autores que tienen vigencia anterior a la presencia de Saramago. La lista de 20 escritores y escritoras identifica a 16 hombres y 4 mujeres. Un dato interesante es que de esa lista solo siguen con vida 3 hombres y dos mujeres. El primer dato que salta es que la mayor parte de los aquí citados  son escritores ya fallecidos pero que siguen con plena vigencia en el ánimo de los lectores de toda Latinoamérica.

Saramago al derecho y al revés

Después de El Evangelio Según Jesucristo tuve oportunidad de ir adquiriendo y armar una   colección personal  de la gran mayoría de  los títulos de la obra de Saramago. Entre otros, Memorial de un Convento; levantado del suelo; El año de la Muerte de Ricardo Reis; Ensayo sobre la Ceguera; Ensayo sobre la Lucidez; Las Intermitencias de la Muerte; Todos Los Nombres; La Caverna; El Hombre Duplicado; Viaje del Elefante y el último que alcanzó a publicar: Caín. Cada uno de ellos aportaba algo nuevo a ese peculiar estilo del escritor. Era interesante identificar la propuesta de estilo  que imprimía a cada obra. Materialmente imposible poder señalar que alguna novela se vinculaba con otra. La explicación del sentir humano con sus durezas estaba implícita en cada página de sus novelas. Creo que eso era parte de su éxito entre sus lectores. Historias con sus personajes que uno podía censurar o podía arropar con el sentimentalismo característico del alma latina. De su origen familiar austero toma el autor nociones de la vida y sentimientos que impregnara en los personajes de todas sus obras. El complemento perfecto es una imaginación desbordada por las ganas internas de entender los misterios de la vida y poner los aderezos suficientes para transformar un episodio  simple en una anécdota plagada de matices que se torna literatura. No tenia empacho en explicar el origen de las ideas que daban paso a los personajes y la estructura de sus novelas. A esos personajes que él llamó hombres y esas mujeres, hechos de papel y de tinta, como  gente que iba guiando de acuerdo a las conveniencias del narrador. En cada uno de sus escritos uno inmediatamente reconocía un  tipo de palabras que reflejaban ese modo suyo de ir a lo directo y de no adaptarse del todo a los convencionalismos sociales. Desarmaba cualquier intento de contravenir sus modos de escribano pulcro pero impertinente de las reglas básicas al escribir. A pesar de todo ello siempre se auto considero como un aprendiz. Cada una de sus novelas resultan ser pequeñas ventanas que dan paso al ejercicio de adentrarse, palpar, identificar, reconocer y descifrar el mensaje sin mensaje que dejaba para cada uno de sus lectores. 

El status latino

¿Cuál es el verdadero destino de  una Latinoamérica,  donde la  mayor parte de los escritores que tienen poca o mucha influencia entre los lectores, son autores fallecidos? La pregunta es uno de los cuestionamientos que urge  responder para entender hacia donde se dirigen las sociedades latinas que inexplicablemente están dejando de producir escritores que florezcan y ocupen un espacio propio que mantenga el status de inspiradores de la sociedad en su conjunto. Hoy en día, uno de los grandes problemas que buscan solucionar, los que toman decisiones, es la cada vez más reducida cantidad de lectores. El fenómeno de la baja en el interés por la lectura no es privativo de país alguno. Es dramático el descenso en el número de personas que dejan de leen; Esto obliga a la búsqueda de un origen al que hay que identificar y enfocar las baterías para contrarrestar el problema. Por un lado el alto costo del papel y los demás insumos usados por la industria editorial, que son cada vez más caros, por ende,  provocan que se incremente el costo de cualquier volumen escrito; Otro factor que no podemos ignorar es que la pulverización de las economías familiares que frena los intentos de adquisición de libros nuevos. Por último, y por ello no menos relevante, es que retomando el ejemplo de la lista de 20 literatos latinos, 15 de ellos dejaron de producir novedades editoriales desde su partida de este mundo. Las editoriales se limitan a reediciones de estos autores que escaso interés tienen para ese sector del  público que muestra avidez, y dispone de los recursos económicos, de nuevos aportes literarios y materialmente se vuelca sobre cada producción de los escritores que son famosos o que garantizan calidad en su escritura y por supuesto lectura. La pregunta inicial bien pudo hacerse al mismo tiempo que  Saramago entro a escena con sus producciones literarias. Bien puede considerarse este momento, y para efectos de la presente reflexión, como el punto medio en que se analiza la presencia y los logros de Saramago en un entorno cerrado.  A pesar de las dificultades para atrapar nuevos lectores; A pesar de las dificultades económicas de esos lectores; A pesar de competir con afamados escritores y las típicas reediciones de obras que no pasan de moda; a pesar de todo lo anterior, Saramago demostró que el talento nunca pasa de moda. Que ofrecer lectura interesante y amena es la llave que abre las puertas al éxito. Este escritor, sin duda alguna, llenó un espacio que estaba disponible y ayudo a mantener revitalizada la producción literaria a la par de los autores clásicos dejando abierta la puerta para cualquier otro escritor que derroche talento y logre insertarse en el gusto de los lectores de cualquier país del que se trate.

Saramago al Descubierto 

Recuerdo mi encuentro con el escritor. Fue en Guadalajara, durante una feria del libro. Sin duda, el mejor lugar y momento para ver al pez en el agua: entre escritores y libros. Primero la conferencia. El publico bebiendo cada palabra, cada gesto y abrevando ideas y consejos. Saramago no era para nada serio. Como tampoco lo es su escritura. No es para leer con el ceño fruncido. El, en el uso de la palabra, es como un motivador que además hipnotiza al público. De sus dichos se aprende; De sus vivencias se saca provecho; De su declarado método para escribir, uno busca tener una grabadora en el cerebro para capturar hasta el más mínimo detalle. . El silencio es el mejor regalo para el que diserta. El silencio es el tributo a la importancia de todo lo que dice. En un salón repleto de jóvenes de distintas partes del país y de la propia urbe tapatía. Juiciosa, observo las reacciones. Todos atentos con ese brillo en los ojos que pueden ser de admiración o quizá respeto. Se apaga su voz. Resuena el largo aplauso. Se abre la oportunidad de preguntas al escritor. Me anticipo a creer que nadie preguntara de los jóvenes y que los que,  no lo somos tanto,  tendremos que entrar al rescate del momento. Para mi sorpresa decenas de manos de levantan solicitando el micrófono para interpelar al conferencista. Me pregunto qué le puede interesar a los jóvenes saber de este hombre que con su larga carga de años disfruta al máximo de escribir. Inteligentes preguntas tienen respuestas igual de inteligentes. Me anima el espíritu de aprender de nuestra juventud mexicana. La respuesta a una pregunta nos deja a todos pensativos. El escritor responde que escribe por gusto y sin horario. Que escribe por oficio. Como los antiguos literatos que usaban al máximo su imaginación. Que no necesita inspiración. Solo necesita una idea que va moldeando finamente hasta que encuentra el producto deseado. Fórmula mágica al descubierto. Tan fácil pero al mismo tiempo inalcanzable para el común de los que escriben mientras esperan que aparezca esa musa llamada inspiración. El momento es íntimo y sincero. De comunicación entre los asistentes y el autor. Sus respuestas equivalen a muchas horas aula para los que se inician el arte de la escritura. Lo observo en el rostro complacido de las decenas de participantes que no abandonan el salón a pesar de que han pasado 30 minutos desde que terminó la conferencia. Saramago sonríe levemente, satisfecho quizá de su papel inspirador para tantas mentes jóvenes. La cereza en el pastel es la firma de autógrafos. Ese indescriptible momento de  tener a escasa distancia al hombre que ha animado días, tardes y noches de los mundanos lectores. Amable, como debe ser, pregunta nombre y rubrica los numerosos libros que, uno a uno, le van presentando los asistentes. La larga fila que avanza pero no termina. Quien quita que algún día su firma autógrafa  ya no sea posible tenerla. Tiene 82 años el hombre.

La literatura latinoamericana después de Saramago

No sé cuantos estantes de bibliotecas hagan falta para acomodar la producción literaria de Borges, Neruda, Mistral, Vargas Llosa, Benedetti, Cortázar, Rulfo, Allende, Sábato, Fuentes, Storni,  Martí, Paz, Bioy Casares, Soriano, Gallegos, Huidobro, Pacheco, Monsiváis,  Mastretta. Es cierto, ni son todos los que están ni están todos lo que son pero,  no hay duda, que nos acercamos con la mayor fidelidad al estado que guarda actualmente la literatura latinoamericana. Son gente que ha producido magníficamente y que, los que todavía lo hagan, seguirán publicando libros y novelas que ensancharan el horizonte de la literatura. Es difícil poder concretar una respuesta al porque no han surgido nuevos Borges o nuevos Cortázar o nuevos Rulfos. Lo que es un hecho, es que día con día se van apagando las voces y las plumas de los grandes escritores latinos y hasta hoy no se sabe de alguna fórmula válida para revitalizarla. Alguien optimista diría que los nuevos talentos se preparan ahora en las aulas escolares y que pronto saldrán a escena. Es bienvenida la idea a la que únicamente se le argumenta ¿y donde están los escritores que se fraguaron en las aulas latinas hace 10 o 20 años?. No hay un futuro cierto de lo que vaya a suceder cuando la pléyade de los escritores, que todavía trotan por los amplios campos de la escritura, hayan desaparecido por completo. De nostalgia por el pasado no se puede vivir.  Cierto, una nueva generación de escritores tiene que tomar la estafeta que los actuales dejaran más temprano que tarde. A la expectativa de lo que habrá de suceder en el ámbito de la literatura latina se suma la presencia del internet que ocupa alto porcentaje de tiempo de potenciales lectores y da terrible batalla al libro impreso con la digitalización de volúmenes antiguos y nuevos. La batalla por los nuevos talentos es lo importante. Saramago es la referencia medular para hacer un balance a partir de la culminación de sus escritos que puso punto final con su fallecimiento. Sus libros, su obra completa es un modelo de lo que se puede lograr para insertarse entre los nombres famosos de la literatura y obtener un pedacito del universo de los escritos que dejan su huella perenne. Antes de Saramago y después de Saramago, el número y los nombres claves para entender la influyente literatura latinoamericana prácticamente siguen siendo los mismos. Los mismos títulos en boga ahora suman los títulos firmados por este escritor que irónicamente no es de raíces latinas. Pero que es tal su presencia e  influencia que no se puede mirar por separado. Ya no escribirá más  y serán reeditadas todas sus novelas que se incorporan al inventario de la literatura universal.  Saramago es dueño de un capitulo al que se habrá de recurrir siempre que se busque un porque, una explicación a ese misterioso modelo de seguir teniendo como soportes culturales a los tradicionales autores por todos conocidos.

Su influencia en Latinoamérica

Cuando salió publicado Caín, que a la postre sería el último libro de Saramago, corrían fuertes los rumores en los círculos literarios que el escritor estaba bastante enfermo. No eran solo rumores. Su salud estaba bastante deteriorada. Su compulsiva manera de no dejar de trabajar (escribir) era otro punto en contra de su estado físico ya menguado por enfermedades y la natural edad que rebasaba las 8 décadas. Se dice que hasta el último momento de lucidez intento seguir escribiendo una obra que quedaría inconclusa. Al final terminó perdiendo la batalla por la vida y los lectores perdimos la oportunidad que conocer todas las historias que aún tenía en su cabeza. Saramago deja un legado de decenas de novelas que escribió y publico a partir de que cumplió los 40 años. Yo creo que por su irreverente forma de ser no pasó jamás por su mente que, a su partida, podría serle catalogado como un punto de referencia para entender la historia de la literatura latinoamericana.  En el contexto de este acercamiento a su trabajo y lo influyente que llegó a ser en el ánimo de los jóvenes y de sus miles  de lectores en todo el mundo nos parece, sin caer en exageraciones, que es posible analizar lo que ha sido y lo que será la literatura latinoamericana tomándolo como punto de referencia con la licencia de hacer un antes y un después de su producción literaria. Escritores como él no pueden pasar desapercibidos en este mundo. Aceptar que se incorpora a las letras hispanohablantes, que al paso del tiempo, se mantiene con un inventario básico de autores que predominan en las publicaciones literarias y que, luego de su desaparición física, el selecto grupo sigue predominando prácticamente igual, a pesar de todo lo que pudo influir en las nuevas generaciones que tenían su ejemplo de hombre mayor cuando logró publicar su primer libro. Hubo un tiempo en que el nombre de Saramago no significó nada para la literatura. Hoy, es referencia casi obligada en las letras hispanas. A la par de su papel como escritor hay un aspecto que también se debe tomar en cuenta en este tiempo de balance de su vida y su influencia positiva, sobre todo, entre la juventud mundial. Es interesante que un buen número de estos leyeran sus libros. La experiencia vivida en Guadalajara lo confirma. Lo mismo lo seguía,  un joven de Argentina o que uno de Chile. De cierto modo fue un inspirador de multitudes que deja sembradas, a lo largo de Latinoamérica, pequeñas semillas que ojala algún día se vuelvan fructífera y abundante cosecha. De saber si servirán de algo los libros que escribió.  Para terminar  apunto el colofón en las propias palabras del escritor. Alguien le pregunto: ¿Maestro y que sigue después de usted?, el gran escritor contesto: Lo que sigue…lo que sigue…es cosa de ustedes.

Esperanza hacia un futuro mejor; Bertha Paredes Medina; Tribuna de Campeche

Del Segundo Informe del gobernador Fernando Ortega Bernés no puedo dejar de comentar una referencia que rescata el valor de la dignidad en las personas. Se trata de la mención a la presencia en este evento de rendición de cuentas, de algunos campechanos de rostro anónimo pero que toda su vida han sumado su trabajo al desarrollo de Campeche. Gente a la que casi nadie ve… hasta que se acercan a ofrecer el producto de su noble trabajo.

Alguna mujer que hace modestos diseños de prendas de vestir mediante el apoyo de un crédito solidario con sus aspiraciones laborales. Esa misma mujer es destacada como gente cumplidora que paga sin falta el préstamo que el Gobierno provee a través de sus diversos programas sociales. Un hombre de la tercera edad que emocionado platica cómo logró poner su sencillo tendejón que, tal vez para muchos, no tenga mayor trascendencia, pero que para este hombre representa la culminación de una aspiración que nunca pudo concretar por falta de dinero.
Otro hombre es destacado mientras se hace una pausa en el detalle de obras y acciones del Segundo Informe. Esta vez se trata de una persona dedicada a las labores del campo que ahora tiene el recurso económico para invertirlo en lo que haga falta para labrar su parcela.
Estos personajes anónimos fueron mostrando su rostro a lo largo de la sesión, acudieron como invitados especiales a este Centro de Convenciones a donde, es probable, hayan acudido por primera vez en su vida.
El gobernador los llamó por su nombre y los invitó a ponerse de pie. Los asistentes que estaban a lado de estas personas voltearon a mirarlos. Los demás pudieron verlos a través de las pantallas gigantes. Espontáneamente se generó un aplauso. La cara de estos campechanos coincidió en el reflejo de algo parecido al orgullo.
Sin duda, es sensible la actitud del gobernador al reconocer el aporte de estas personas que, pan pianito, trabajan para salir adelante y tener un mejor futuro, que son emprendedores e invierten su talento personal, y que con el recurso que el Gobierno les facilita culminan una idea o un proyecto, simple si se quiere, pero que para quien ha tocado puertas de bancos y dependencias federales topándose con negativas representa una oportunidad de concretar el objetivo de una vida.
Cierto que habrá quien sin duda cuestione el monto de los apoyos otorgados, pero a ellos se les responde que la gente que menos tiene es aquella que más valora el apoyo recibido, porque, insistimos, a lo largo de los años, ni bancos ni nadie los tomó en cuenta para recibir un apoyo a la palabra.
El rostro satisfecho, por ejemplo, del hombre que puso su pequeña tienda, es la mejor muestra de que el dinero canalizado hacia tantas personas está cumpliendo su propósito de dar esperanza hacia un futuro mejor. Y eso habla bien de un Gobierno que trabaja para la gente. Eso que ni que.