No es lo mismo instrucción que educación; Bertha Paredes Medina; Tribuna de Campeche

 

Mucha tinta ha corrido en torno al bochornoso espectáculo en una prestigiada universidad mexicana durante la visita del candidato tricolor. Como suele suceder, en el entorno de las campañas políticas, muchas de las reacciones inmediatas están orientadas al análisis del impacto mediático que este hecho tuvo en las preferencias electorales del candidato que va a la cabeza de las encuestas.

Independientemente de ello, también mucha tinta se ha vertido a favor de la tolerancia de los naturales ímpetus juveniles que, con todo el derecho del mundo, tienen plena libertad de expresar públicamente sus acuerdos o desacuerdos con cualquiera de los aspirantes que buscan la Presidencia de México.

Lo que no se puede dejar de lado, y menos estar de acuerdo, es con el hecho de protagonizar, en el perímetro de un centro educativo, una violenta embestida verbal que por suerte no derivó en violencia física hacia alguien que lo único que busca es presentar sus propuestas e ideas en su carácter de candidato en campaña. Y, ojo con esto, candidato que visita una universidad pública o privada es porque lo invitan.

Dicho lo anterior, todos sabemos que en esta época que nos toca vivir los jóvenes, con acceso ilimitado a los medios de comunicación, están altamente informados y, por ende, poseen mayores elementos para formarse una opinión sobre el candidato de su preferencia. Sin duda, los que cursan estudios universitarios tienen una doble ventaja sobre el común de los mortales, porque suman, a su libertad de opinión y albedrío, los conocimientos que brinda la instrucción que reciben en las aulas.

Precisamente quizá sea este binomio libertad-conocimiento lo que explique de alguna forma las situaciones nada tersas que algunos candidatos enfrentan apenas cruzan el umbral de un recinto universitario. Lo raro sería que los estudiantes se manifestaran pasivos o aburridos ante la oportunidad de cuestionar directamente a quien les da la cara para hablarles, pero también para escuchar sus pronunciamientos por duros que sean.

El punto debatible entonces es que nadie, sea cual sea su filiación partidista o apartidista, tiene un cheque en blanco para incitar a la violencia que sabemos es uno de los males que precisamente se busca erradicar de este país.

No sé cuánto tiempo más dure el tema de este asunto para la reflexión de los analistas político, y puede que pronto quede como mera anécdota de agenda de campaña, pero sin duda con este suceso se encienden algunas interrogantes que alguien tiene que responder:

Uno: ¿Quién le pone el cascabel al gato para que este tipo de incidentes no vuelva a repetirse, el Gobierno Federal, el IFE o alguna autoridad académica?

Dos: ¿Es posible determinar las diferencias de participación política que emanan desde las universidades públicas y  privadas?

Tres: ¿Hasta dónde puede ser conducida la selectividad del pensamiento de los universitarios?

Por último, no hay que olvidar que no es lo mismo instrucción que educación.

¿Quién es este hombre?. Bertha Paredes Medina. Tribuna de Campeche.

 

Mientras esperaba, parada en la banqueta, que disminuyera la afluencia de autos para pasar al otro extremo de la calle, una mujer, con una niña y un niño, se me emparejó. Los infantes, por naturaleza inquietos a esa corta edad, se quejaron de la interminable fila de carros que nos impedía cruzar la calle. En eso pasó frente a nosotros un autobús de ruta urbana que enseñaba el rostro de un hombre. Ni tardo ni perezoso el pequeñín cuestionó a su madre. Mamá, ¿quién es ese señor de la foto grandota? Sin pensarlo mucho, la mujer le contestó: Hijo, ese hombre va a ser el próximo presidente de México.

Antes de poder recuperarme de la sorpresa por esta respuesta que la señora dio a su vástago, el tráfico se calmó y raudos todos atravesamos la calle. En el ir y venir apurado de la gente todavía pude observar que el niño seguía dialogando con su madre.

Un par de minutos después los perdí de vista. Lo que no perdí de vista es la percepción ciudadana que se tiene sobre uno de los candidatos a la Presidencia de México.

Un hombre a quien, en confianza, una parte de los mexicanos le llama Enrique y otra parte, todavía en mayor confianza, lo conoce como Peña Nieto. Todos sabemos que es el candidato del PRI a la Presidencia de la República. También sabemos que anda en campaña por todo el país asumiendo compromisos que hará realidad cuando sea el presidente.

Peña Nieto, más allá del político, es una persona como usted y como muchos mexicanos preocupado por el futuro de nuestro país, preocupado por los problemas que vivimos a pie de calle: inseguridad, falta de empleo, pobreza, entre otros tantos temas que parecen haber detenido el desarrollo de México.

En pocas palabras, su preocupación se torna ocupación de pretender cambiarle el rostro a este país y cambiarle el ánimo de incertidumbre a los mexicanos, que ya no pueden esperar más para recuperar su dignidad y futuro.

Por eso, con franqueza confieso que lo que la mujer dijo a su pequeño hijo en la anécdota que les narré al principio, aparte de la sorpresa encontré coincidencia y orgullo porque como madres de familias no dudamos en seguir a quien representa la esperanza de que siempre habrá un mejor mañana.

Ahora bien, parafraseando a mi literato favorito José Saramago, yo escribo: ¿Quién es este hombre que nos ha dicho que es posible un México mejor? No les pregunto dónde nació, quiénes son sus padres o qué estudió, todo eso ya lo sabemos.

Cuando pregunto quién es, expreso mi perplejidad por ver que la época en la que vivimos, cínica, desesperante, sombría y por mil aspectos terrible, aparece una persona que alza la voz para hablar de valores, de responsabilidad personal y colectiva, de respeto por el trabajo y de esperanza en el futuro.

La respuesta es la misma que la mujer dio a su hijo y, si usted quiere, puede añadir que Enrique Peña Nieto simboliza aquel hombre honesto y de pensamiento coherente que con su linterna buscaba Diógenes. Ahora usted tiene la palabra.

El aniversario 80 de Carlos Fuentes; Bertha Paredes Medina; Tribuna de Campeche

(Les comparto este articulo publicado hace unos años, en el periodico Tribuna de Campeche, con motivo del cumpleaños número 80 de Carlos Fuentes)

En la misma fecha de Noviembre que Estados Unidos celebró su “día de veteranos” para honrar la memoria de sus soldados, en nuestro país el escritor Carlos Fuentes ajusto su aniversario numero ochenta. Ese mismo día, mientras en Alemania se daba  a conocer un meticuloso estudio sobre  “como opera el cerebro contra el olvido”, en México  iniciaba el día nacional dedicado a la lectura de la obra esencial de Fuentes.

En medio de una serie de homenajes por su trayectoria, en vida como se debe honrar a los hombres que hacen cultura, hubo fotos, anécdotas, crónicas y novedades sobre la interpretación de su vasta producción literaria.

Precisamente una nota, que llego a diversos medios de comunicación, llamó la atención  debido al pequeño y seguramente “involuntario olvido” que tuvo la Secretaria de Educación Josefina Vázquez. En reunión, efectuada ante 300 influyentes líderes mexicanos dijo la secretaria “Hoy que es el cumpleaños ochenta de Octavio Paz…” dejando atonitós a los presentes. Pero, más rápida que Michael Phelps rompiendo algún record mundial de natación, enseguida corrigió que quiso decir… Carlos Fuentes.  

Siempre en el mismo entorno, trascendió una aseveración inédita sobre una de las novelas más conocidas de este escritor. Para variar un extranjero es quien, como diestro mago,  exhibio según él,  la resolución de un aparente misterio de la novela “La región más transparente”. La  tesis de este investigador holandés concluye que el meollo, el núcleo, el punto nodal de la famosa novela de Carlos Fuentes “es el disfraz o careta, no de un individuo sino de toda una cultura”. Su conclusión nos obliga ipso facto a levantar la ceja, poner la mano en la barbilla y dilucidar si una “pizca” de esta teoría la habíamos notado ya…en El laberinto de la soledad de Octavio Paz.

No concluyó ahí la reflexión de este investigador extranjero que, invitado por la UNAM a un coloquio organizado en honor a Fuentes, abundo que en la mencionada novela se propone “que el país se arranque las mascaras para descubrirse a si mismo, ya que estar enmascarado no es autentico ni es un camino para acceder a la autenticidad”. En fin, no sé que otra opinión podría haber  merecido esta “interpretación” a la obra de Fuentes.

En lo personal considero que, a la par con los reconocimientos, homenajes, coloquios e interpretaciones a la obra de este literato en la celebración de un aniversario más de su fructífera vida, se nos brinda, a los que amamos la literatura, el pretexto perfecto para renovar el interés de leer o releer alguna de sus magnificas novelas.  ¿No le parece?

Educación digna para todos; Bertha Paredes Medina; Tribuna de Campeche.

Cuando se habla del tema educativo en México, en automático, se tocan sensibles fibras del sistema educativo nacional. En respuesta, a veces, una avalancha de información documentada en papel es colocado sobre la mesa, a disposición de quien quiera leerlo, para demostrar que el trabajo y esfuerzo a favor de la educación es suficiente.

Sin embargo, cuando se analiza el nivel de atención que se brinda, por ejemplo, a la preparación pedagógica de bastantes docentes, la calidad de infraestructura de muchas escuelas y la disponibilidad de centros educativos dignos para las comunidades indígenas, el montón de papeles sobre las mesa no son suficientes para entender el nivel de educación pública que priva hoy en México.

Educarse es prepararse para enfrentarse a la vida; Pareciera un juego de palabras, pero, en realidad enfrentarse a la vida actual, que exige a las nuevas generaciones ser propositivos y competitivos, para prepararse y alcanzar las mejores oportunidades laborales, entonces vemos que, contar con una buena educación es una… necesidad.

México enfrenta un verdadero desafío educativo. Atender este desafío requiere de compromiso para garantizarles a todos los estudiantes calidad en su estudio y devolverles la confianza en su educación.               

Consciente de este reto el candidato Enrique Peña Nieto ha establecido como una de sus principales prioridades el tema educativo reconociendo lo urgente de prestar atención que esta problemática, lamentando los efectos de esta situación, pero también proponiendo lo que tiene que hacerse para cambiar el inaceptable status que se tiene.

El candidato presidencial pone el dedo en la llaga cuando señala que “la calidad de la educación que hoy tiene México es baja e insuficiente. Insuficiente para preparar a las nuevas generaciones a enfrentar los retos que el mundo globalizado hoy exige”    

El candidato presidencial no se anda por las ramas y lamenta lo que ha estado sucediendo cuando dice que “México, lamentablemente, no ha entendido a tiempo que era en la educación donde había que hacer la mayor inversión. No el mayor gasto. Lamentamos no se hayan hecho inversiones mayores en ciencias, en tecnologías, en presupuestos multianuales para ampliar la infraestructura educativa y, sobre todo, para generar mayores incentivos entre los académicos y que dediquen su esfuerzo a la formación de nuevas generaciones”

El candidato presidencial, con esa visión de futuro y fortaleza que le da su propia juventud y experiencia en el quehacer público, enuncia su compromiso para hacer todo aquello que haya que hacer, cuando dice “Es momento de corregir y de reflexionar y, sobre todo, de tomar acción en lo que México se ha rezagado, que es en la educación; en la cobertura, en la infraestructura y en la calidad de la educación, ciencia, tecnología e innovación en los procesos productivos”

Indudablemente las propuestas y compromisos de hacer las mejoras y cambios en el ámbito educativo están inspirados en darle nueva fisonomía para adaptarlo a las exigencias del mundo actual. México ya no puede perder el tiempo pensando como dotar de luz eléctrica a escuelas mientras los coreanos, por ejemplo, están pensando en retirar libros de texto gratuito para darle mayor uso a las tecnologías de la información. La propuesta de Peña Nieto es el diseño de una política pública orientando la educación a la formación mexicanos que realmente puedan participar con su capacidad creativa, su capacidad innovadora, su inteligencia, en generar riqueza para el país, a partir del conocimiento.

Nadie puede negar, que la educación ha sido, es y será la mágica llave que abre oportunidades de conocimiento, preparación y empleo. Eso lo sabe, y lo sabe bien, cualquier madre de familia que se levanta tempranito, a planchar uniformes y preparar desayuno, mientras sonríe para sus adentros y piensa que vale la pena todo sacrificio porque la  educación es la mejor herencia que dejará a sus hijos.

 

 

¿Y, si todos tiramos zapatos? Bertha Paredes Medina

Tocaba compartirles mi colaboración cotidiana que me publica el periódico Tribuna de Campeche. ¿El tema? Educación digna para todos.  Una reflexión sobre la actualidad educativa en el país y un atisbo a las interesantes propuestas del candidato presidencial del tricolor.

Sin embargo, no puedo dejar de lado lo sucedido hace algunas horas en una prestigiada universidad mexicana. Y conste que no voy a referirme a la libertad que, hoy en día, tienen los jóvenes de expresarse a favor o en contra de los aspirantes que buscan la presidencia de México.

Todo sabemos que esta época que nos toca vivir, los jóvenes, con acceso ilimitado a los medios de comunicación,  están altamente informados y  por ende poseen mayores elementos para formarse una opinión sobre el  candidato de su preferencia. Sin duda, los que cursan estudios universitarios tienen la doble ventaja al sumar los conocimientos que brinda la instrucción que reciben en las aulas.

 Quizá lo anterior, explique,  de alguna forma,  las situaciones nada tersas que enfrentan los candidatos apenas  cruzan el umbral de cualquier recinto universitario. Raro sería que los estudiantes se manifestaran pasivos o aburridos ante la oportunidad de cuestionar directamente a quien les da la cara para hablarles pero, también, para escuchar sus pronunciamientos por duros que sean. Precisamente este tipo de encuentros es donde pone en práctica los atributos de conciliador de un candidato. Nadie ha dicho jamás que dialogar con universitarios sea pan comido.

Lo que no se puede aceptar es el uso del status de estudiante y el perímetro de un centro educativo para  la agresión verbal  o para intentar una embestida física como fue el anónimo zapato que voló hacia el grupo que abandonaba las instalaciones de la mencionada universidad privada luego de que el candidato Enrique Peña Nieto asistiera a este sitio a un encuentro con estudiantes.  Tristemente, este hecho contrasta con la actitud de respeto y tolerancia mostrada días antes en la universidad nacional donde, inclusive, Peña Nieto se puso la camiseta universitaria.

El punto aquí es que nadie, sea cual sea su filiación partidista o puede que hasta apartidista, tiene un cheque en blanco para incitar a la violencia que sabemos es uno de los males que precisamente  se busca erradicar de este país.

Esta vez, el lanzamiento un zapato  en búsqueda de un blanco, es posible quede en la mera anécdota pero junto con esta acción surgen cuatro interrogantes que alguien tiene que responder:

Uno: ¿Qué pasaría si todos empezamos a lanzarles  zapatos a los candidatos que no sean de nuestro agrado?

Dos: ¿Quién le pone el cascabel  al gato para que este tipo de incidentes no vuelva a repetirse: El gobierno federal, el IFE o alguna autoridad académica?

Tres:¿ Alguien se ha puesto a analizar el origen de las diferentes maneras de participación política actual que emanan desde las  universidades públicas y privadas?

Cuatro: ¿Hasta dónde puede ser manipulada la selectividad del pensamiento de los universitarios?

Hoy,  ha sido Enrique Peña Nieto quien paso este amargo suceso etiquetado en nombre de la una malentendida libertad de participación. Me Parece que, alguien tiene que poner la mano en el freno antes de que algo se salga de control.

No hay que olvidar que la instrucción y la educación no es lo mismo.

 

Los saldos del debate; Bertha Paredes Medina

El primer debate organizado por la autoridad electoral ha servido para comprobar 4 cosas que la sociedad mexicana ya tenía bien identificadas.

 Uno: Que el candidato AMLO se quedo atrapado en el pasado; Un pasado temprano que le recuerda que es un perdedor de las elecciones 2006 y un pasado lejano que, curiosamente, le hace traer al presente la figura de Santa Ana como un referente para hablar de la política mexicana actual. AMLO no fue capaz de recitar un discurso distinto al 2006 y su cansada memoria fue incapaz de recordarle todos los fallos de las ultimas 2 administraciones federales que tienen al país sumido en la miseria y la zozobra. Quizá el padre Cronos le ha cobrado la factura recordándole que su tiempo y oportunidad de gobernar este país, si es que alguna vez la tuvo, ya pasó.

 Dos: Que la candidata Josefina todavía no encuentra una buena razón para que los mexicanos la tomen en cuenta como una seria aspirante a la presidencia. Que el cansado sonsonete de su voz y su notable síndrome del “yo yo” son dramática mezcla que le provocan caer en la repetición mesiánica de lo que dice que hizo a favor del país pero cuidándose de nunca aceptar que perteneció, y pertenece, a quienes en los ultimos doce años dejaron caer al pais en el miedo y la desesperanza.

 Tres: Que el candidato Quadri demostró que lo suyo es la academia y como buen maestro de aula, que domina sus cátedras, hizo gala de su buena dicción y expertas maneras de mantener el interés de la audiencia pero que, en la realidad, terminando sus exposiciones la atención ciudadana hacia su persona se diluía. No se esperaba menos de él que, como buen maestro, antes de tomar la palabra se daba tiempo para regañar a sus compañeros del panel.

 Cuatro: Que el candidato Enrique Peña Nieto tuvo el acierto de presentar sus propuestas y compromisos a pesar de la serie de imputaciones de las que fue objeto por parte de 2 de sus adversarios a lo largo del debate. Que hubo clara intención de hacerlo caer en el juego de los dimes y diretes observándose una clara estrategia de confrontación y encono buscado enturbiar su participación en el debate. Peña Nieto demostró que ha consolidado su presencia entre la ciudadanía mexicana y que representa la mejor opción política para gobernar el país.

 Los saldos del debate, indudablemente, son positivos para Enrique Peña Nieto.

Un domingo de debate; Bertha Paredes Medina

En su libro “Ensayo sobre la lucidez” José Saramago, mordaz y atinado,  escribe “El domingo será un hermoso día”. La frase es colofón del capítulo inicial de su novela y la usa para menguar el impactante suceso en que sus protagonistas manifiestan su hartazgo de los asuntos electorales y ponen en aprietos a los guardianes de la democracia.

 El ganador del premio nobel de literatura describe como el habitual y preclaro criterio ciudadano, caracterizado por su alegre participación en cuanto acto público se le convocaba, súbitamente desaparece y la gente decide mantenerse alejada al nuevo llamado electoral.

 Esta actitud, en la novela por supuesto, motivo a pensar incontables conjeturas acerca una posible gesta revolucionaria, en la socavación de los cimientos democráticos, en alguna conjura anarquista y en otras especulaciones sobre la notable pérdida de interés de la gente en una actividad electoral.

 No le cuento como termina la novela ni como Saramago expone de modo dramático lo que puede hacer la ciudadanía cuando deja de estar convencida que su presencia y participación en la cosa política no tiene mayor transcendencia que la un klennex.

 Más allá de lo que sucede en la novela, la frase de Saramago viene como anillo al dedo por la serie de opiniones que ha merecido el anunciado debate del próximo domingo entre los aspirantes a la presidencia de México. Yo creo que el domingo será un día para estar atentos y reflexionar.

 En mi opinión, a la pregunta si se debe ver este debate mi respuesta es que si. Y, tengo, tenemos todos, 3 buenas razones para ello:

 Uno: Porque es un derecho, y una oportunidad, escuchar lo que cada candidato nos tiene que decir para indicarnos cómo piensa gobernar este país en caso de ganar la elección.

 Dos: Porque estar informados es la mejor manera de ejercer nuestro libre arbitrio ciudadano y que nadie tome decisiones por nosotros.

 Tres: Porque tenemos que estar interesados en lo que ocurre en nuestro entorno. Y más aun, porque si leemos y analizamos la noticias de los que está pasando con las próximas elecciones, por ejemplo, de Francia y los Estados Unidos que modificara el entorno político mundial, con mayor razón tenemos que analizar lo  dicen los candidatos ya que la próxima elección, sin duda, modificara el entorno de este México en que vivimos.

 Hoy en día, nadie puede poner pretextos para quedarse excluido de la información que sirve para tomar decisiones. La Internet, redes sociales, periódicos, radio y tv son suficientes opciones para tener acceso a una ventanita de comunicación con todo lo que sucede alrededor del proceso electoral que está a la vuelta de la esquina y que será histórico porque tendremos la oportunidad de decirle adiós a lo que no estamos de acuerdo y darle la bienvenida a nueva etapa de la grandeza de México.

Créanme, este siglo XXI realmente es otra época.