Referiré lo sucedido en España en la última elección. El voto ciudadano le dio la espalda al gobierno que encabezaba Zapatero. Sin duda, son diversas causas contribuyeron para eso sucediera pero, si acaso, solo vale la pena referir dos de ellas. Uno, la dificilísima situación económica derivada en desempleo, carestía, etc… Y dos, el cansancio español de no ver resueltos sus problemas por el gobierno en turno. El resultado de este coctelito social fue el conocido arribo al gobierno de un nuevo partido. El pueblo español dio un zapatazo en la mesa política e hizo a un lado la opción partidista que ya no representaba la solución a sus problemas ni satisfacía sus aspiraciones de un futuro mejor. Con este ejemplo, queda claro que el descontento social, en cualquier parte el mundo, ha creado un malestar nunca visto antes contra gobiernos inefectivos a los que la gente responde quitándole la oportunidad de seguir gobernando.
Un factor que ha contribuido a lo anterior, es la posición de los jóvenes que han dejado su tradicional pasividad ante los asuntos electorales. Con una desbordante cantidad de información que desde diversos medios, principalmente digitales, llegan a las masas juveniles, estos, ya no tienen excusa para decirse desinformados e incluso han renovado la vigencia de aquel viejo axioma que sentenciaba “la información es poder”.
Los jóvenes de hoy ya no aceptan una primera declaración como una verdad valida. Opinan. Cuestionan, investigan, Confrontan datos y deciden. No dejan que decidan por ellos. Se han percatado que solos son un número pero juntos pueden cambiar cosas.
Otro factor que hace distintos los escenarios políticos es la apertura de la arena digital. A los candidatos se les puede seguir “casi en tiempo real” en todas sus actividades. Por medios electrónicos se puede saber lo que proponen u opinan prácticamente al instante en que emiten su comentario. Esta arena digital, guste o no, tiene alto impacto en la opinión publica.
En el caso comentado de la elección española este novedoso espacio de lucha política, pero también de democratización efectiva de acceso instantáneo a cualquier candidato, tuvo un específico peso en esa elección cuyo resultado no se puede calificar de sorpresivo ante las tendencias que, a lo largo del proceso electoral, se percibieron.
Un tercer factor que define elecciones es el candidato. El carisma, la preparación y, sobre todo, la credibilidad es lo que lleva a la gente a determinar su preferencia electoral. Más allá de las siglas de un partido, es el candidato el que genera y gana las simpatías de la gente. Por eso, el esfuerzo de una campaña siempre debe estar concentrado en el candidato.
Finalmente hagamos un alto y reflexionemos:… Si en la última elección en España la gente dio un “zapatazo”, en la próxima elección federal de julio, aquí en México,… ¿daremos el “manotazo”?