Días de calor.

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Dos hechos alertan mi día. Primero, encuentro en diversos puntos de la ciudad perritos de calle en busca de agua para mitigar su sed. Segundo, advierto un incremento en el número de aves caídas sobre alguna banqueta o calle. El tema de los cachorros en situación callejera es preocupante porque, sin voz y sin manos, están a la buena del universo para encontrar un bebedero. En este caso, existe un grupo de jóvenes campechanos que, de modo anónimo, han instrumentado una sencilla, pero valiosa, campaña de sensibilidad para que personas de nobles sentimientos coloquen, en sus puertas o esquina de calle, recipientes con agua por si algún animalito pasa por el rumbo. Yo misma lo hago a diario, dejo un recipiente lleno de agua.

Del otro tema, no había en cuenta de ello pero, la tremenda ola de calor pega sin distingo. Incluso las aves padecen. Les cuento. Mientras me preparaba para regar las plantas del jardín, observé un colibrí perdiendo altura hasta depositarse en el piso de la terraza. Me percate que su aleteo  era débil. Pensé que, al acercarme a su diminuta presencia, iba salir disparado como un cohete. No lo hizo. Me permitió tomarlo y depositarlo en mi otra mano abierta. Se quedó un ratito como recuperando fuerzas. Instantes después, alzo el vuelo y desapareció. El inédito suceso me dejo la interrogante si las demás aves resienten el clima extremo y como les afecta.

A la mañana siguiente, en la travesía al centro de la ciudad, me propuse mirar si había tirados cuerpos de aves a lo largo de camino. Hasta donde mi vista lo permitió, conté cinco pájaros. No sé, puesto que no soy experta en ornitología, pero puede que el clima tenga algo que ver. Ojala algún estudioso de la naturaleza animal considere este dato. En este caso, igual debe servir de algo  dejar un platito con alpiste o maíz y un recipiente con agua por si alguna ave busca saciar su sed o hambre. Vale la pena hacerlo. Es una acción que el universo agradecerá.

No hay manera de acostumbrarse a los días de intenso calor en la ciudad. La llegada de la primavera, trajo días hermosamente soleados, verdor a las plantas y una inusual ola de calor extremo que nos trae inquietos y preocupados. El clima esta insoportable y sin excepción, todas las personas, padecemos sus consecuencias: Daños por los rayos UV; Sudoración excesiva; Sofocos; Incendios; Enfermedades del estómago o vías respiratorias, entre otros. Por ello es importante que, en lo que dura la temporada, las familias estén al tanto de las recomendaciones del sector salud. Ir, quizá, un poco más allá de los cuidados y las precauciones comunes. Hasta donde sea posible, ser excesivos en tomar precauciones cuidando nuestra salud.  La responsabilidad es de toda la sociedad en su conjunto y de cada uno de nosotros.

Hace apenas unos días se conmemoró el Día de la Tierra como un recordatorio sobre la necesidad e importancia de proteger el medio ambiente. Un solo día no basta, hay que trabajar los 365 días del año en favor del único planeta que tenemos.