A más de cuatro siglos de distancia, continua la fascinación hacia la vida y obra de dos grandes literatos. Uno de origen inglés, el otro español. La literatura de ambos, representa la perennidad del arte de escribir. El gusto por las letras que trasciende generaciones. Sorprende que, después de tanto tiempo, la obra de los dos escritores siga siendo material de estudio en aulas y lectura altamente recomendada.
Es tan fuerte su influencia que hasta en la más modesta librería, es posible encontrar alguno de sus famosos textos. Por su nombre de pila, se les conoce como William y Miguel. El primero de ellos, Shakespeare fue prolífico con la pluma y el papel. Se necesitaría llenar varias páginas, para nombrar la mayor parte de su exitosa producción literaria. Ejemplo de su gran trabajo son El mercader de Venecia o La fierecilla domada.
Por su parte Cervantes no fue tan pródigo al escribir. A pesar de ello, fueron publicados varios libros de su autoría. Pero bastó una sola novela para ocupar su privilegiado lugar en el universo de las letras: El Ingenioso Quijote de la Mancha y su inolvidable entrada “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”. Esta genial obra de Cervantes ha sido comparada con la Biblia como uno de los libros más leídos del mundo.
Antes de seguir, aclaro que no es objetivo de este comentario hacer una reflexión sobre sus libros y personajes. Mucho menos de su vida o su bien ganada fama. Pero, debo decirlo, tampoco descarto compartirles en un futuro, mi apreciación a este respecto.
Porque, sin duda, su maravillosa obra ofrece elementos para analizar mucho de lo que a diario vemos en la vida real. Verbi gracia: El trastorno o delirio de Otelo; La traición y ambición desmedida en Macbeth; La inseguridad y ambivalencia de Hamlet; La tragedia de la conspiración en Julio César o, lo que ocurre con los enamorados Romeo y Julieta…y otros varios personajes a los que Shakespeare retrató con una fidelidad que todavía perdura en los distintos estratos sociales. El Quijote, también tiene lo suyo: Examinar actuales batallas contra los molinos de viento, el arte de desfacer entuertos, el heroísmo de encabezar causas perdidas, la locura y los sueños de los modernos Quijotes, Los Sancho Panza que todavía existen en el mundo y mucha, mucha, tela de donde cortar de la sobresaliente novela pero, insisto, otra vez será…
El propósito de esta colaboración se centra en la conmemoración anunciada para recordar el aniversario número 400 del fallecimiento de William Shakespeare y Miguel de Cervantes ocurrido en 1516. Complicidad del destino, o simple casualidad, pero los dos fallecieron en abril de aquel año con solo un día de diferencia.
En sus países de origen y en bastantes naciones de habla hispana, incluido México, se preparan homenajes para reconocer su aportación literaria. Es una ocasión perfecta para recordarlos, aunque como señalé líneas arriba, nunca se han ido. Siguen vigentes en su obra escrita.
Son grandes los planes, programas y eventos que se llevarán a cabo para su IV centenario. En España se tiene una agenda de 229 eventos y 400 millones de euros destinados para las actividades en honor a Cervantes. En Inglaterra, honraran a Shakespeare con un ilimitado número de eventos e ilimitado presupuesto. Un auténtico “tirar La casa por la ventana”, como dice el viejo refrán, por parte de los ingleses. Lo que, con toda razón, ha provocado reacciones de los cervantistas españoles que no están contentos por la “desventaja”. En fin. Aquí lo importante es honrar la memoria de ambos escritores en 2016. Que alguien gaste mucho o poco es secundario. El mundo los recordara al mismo tiempo. Cabalgando Don Quijote. Repitiendo Hamlet su eterno “Ser o no ser, esa es la cuestión”
Terminaba este escrito cuando en la primera página de Tribuna leo pormenores de los cambios en el gabinete del Presidente Peña Nieto. Celebro la llegada del Dr. José Narro a la Secretaria de Salud Federal. Es el reconocimiento a su prestigio y experiencia para sacar adelante un proyecto. Hombre de palabra y carácter para tomar decisiones. Su trayectoria al frente de la UNAM no deja duda de su desempeño público. Excelente decisión.