Kennedy a 5 décadas… Bertha Paredes Medina

Hoy es un día de nostalgia para el mundo. Este mundo que hace 50 años incrédulo veía caer abatido al presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy en la ciudad de Dallas.

Este dramático suceso marco un hito, entre el antes y el después,  de la vida de los norteamericanos y, por supuesto, de los demás países del orbe que asombrados advertían una brutal  pérdida de la inocencia política.

A lo largo de los años se han externado decenas de explicaciones respecto del suceso y hasta hoy, por difícil que parezca de creer, todavía se tienen dudas sobre lo que realmente ocurrió.

Para los que somos nacidos en la última semana del mes de noviembre,  necesariamente, tenemos esa sempiterna vinculación con el recuerdo de la noticia.

De niña, era mi madre, que tenía una privilegiada memoria,  la que se encargaba de relatarme como se enteraron de la trágica noticia a través de la información que se transmitían por la radio. A pesar que yo nací poco después de lo ocurrido mi madre, que parecía tener una fijación con la historia de Kennedy me contaba, cada mes de noviembre, la cercanía de fechas de mi nacimiento con la desaparición física del presidente americano. Nos desperdiciaba ninguna oportunidad de contárselo  a quien quisiera oírla.

Y cuando lo hacía, yo observaba como su rostro se subyugaba al platicar su percepción de  lo que ella definía como un censurable acto de barbarie en tanto que yo, infante al fin y al cabo, no alcanzaba a entender la magnitud de la noticia.

Sin embargo, con el paso del tiempo pude darme cuenta que este atentado le cambio el rostro, y también la forma de vida, a los americanos.

Es interesante, como a pesar de la lentitud  de los incipientes medios de comunicación gráficos y escritos que documentaron el magro instante, el revuelo de la noticia no tardo en  llegar a los 4 continentes. Por supuesto, México y Campeche no escaparon de conocer  la noticia..

Y desde entonces. Cada año se nos comparte nuevas interpretaciones, libros, vídeos, ensayos y evidencias que, en vez de terminar de explicar lo sucedido, se convierten en un pretexto para crear confusión respecto de lo que ya se sabía.

Lo que no se puede negar, es que la muerte de Kennedy marco un alto en la historia de lo que el mundo era en ese entonces y el mundo que, rápidamente, surgiría a partir de los años siguientes.

En los últimos cincuenta años, lo sabemos bien, el universo ha cambiado a un vertiginoso ritmo. Tanto así que los avances tecnológicos nos permiten estar permanente comunicados; nos permiten conocer las noticias casi en el momento mismo en que ocurren; nos permiten intercambiar fotografías en instantes y nos permiten una vida mucho mas cómoda y relajada.

A veces, inquieta al fin que soy, me pregunto cómo sería el mundo actual si el atentado a Kennedy nunca hubiera ocurrido. ¿Sería diferente la historia del mundo o seria igual a como vivimos actualmente?

Hoy el mundo recuerda y lamenta la tragedia. Quedan aún algunos de los testigos que vivieron lo ocurrido aquel fatídico 22 de Noviembre. Otros mas,  que eran niños en aquel tiempo, son ahora adultos que guardan en su memoria la zozobra que les tocó vivir y que no entendían del todo.

Una observación final, que más bien, son dos preguntas concluyentes: ¿Aprendió el mundo la lección sobre este magnicidio? ¿Es un mundo mejor, este  mundo en el que vivimos? Las respuestas, sin duda, están abiertas a la opinión de usted amigo lector.

Literatura…¿irrelevante?; Bertha Paredes Medina.

 

De verdad sorprende saber que la literatura va hacia el camino de ser irrelevante en nuestras vidas. Parece duro, más bien diría, difícil de rebatir esta idea entendida como algo que ha perdido, o va perdiendo, espacio entre las cosas que interesan a la gente. Y más aún, que no sea tema relevante de las conversaciones actuales ya sea entre los jóvenes o adultos.

Antes era común observar a cualquier persona con el libro bajo el brazo que buscaba un lugar cómodo para darse a la lectura. Ahora nos resulta casi imposible mirar a cualquier persona sin tener un celular en las manos.

Alguien nos dice. Son los síntomas que indican los tiempos de modernidad que vivimos. Prácticamente no hay espacio en nuestras vidas que escape a la invasión del dichoso celular. Y lo entiendo, yo misma tengo el propio y aprecio su utilidad.

¿Pero, que sucede con las platicas en torno de cualquier mesa? Si uno escucha atentamente la mayoría de las veces giran en torno a funciones, características modelos o precios de estos aparatitos que, cierto, no lo podemos negar, hacen más fácil y llevadera las comunicaciones actuales. A cada sorbo de café lo acompaña el movimiento de dedos mandando mensajes o la fijando de la mirada en la pequeña pantalla para leer los que llegan.

Uno pensaría que el libro seria tema común en una mesa conformado por varios maestros y maestras. Sin embargo, ni siquiera en este caso es así.

Ante este panorama uno no encuentra elementos para rebatir lo dicho líneas arriba: la literatura, y por ende los libros, van camino a ser irrelevantes.

Aquí cabe preguntarnos: ¿esta situación es nueva o desde hace largo rato que la gente ya no habla de libros o literatura?

Si tenemos en cuenta que nuestro país carga el estigma de tener bajo índice de lectores, no es algo normal que este fenómeno tenga rato que viene ocurriendo y simplemente no nos dábamos cuenta.

Alguien me platico lo que vio en una caricatura. Dos infantes parados frente a un libro preguntándose ¿Dónde llevara las pilas?

Nuestros niños y jóvenes están viviendo y creciendo en la era de la modernidad tecnológica. Por ello no descarto que muchos conozcan antes una computadora o laptop antes que un libro. ¿Se puede hacer algo para cambiar su forma de ver el mundo?

Lo anterior, sin duda, contribuye a echar de nuestra cotidianeidad la literatura y los libros impresos.

Antes tener un libro en las manos era una muestra de intelectualidad. Ahora si no llevas el celular en la mano vives en la prehistoria. Si no sabes manejar computadora estas fuera del mundo real. Si no perteneces a una red social virtual no existes.

Yo siempre que puedo le recomiendo, a quien quiera oír,  que lean un libro. Si me piden les recomiendo autores y títulos. También, cada que puedo, provoco que la charla sea sobre lo que han leído y lo que están leyendo.

Alguien me ha dicho que hacerlo es como predicar en el desierto. Yo no lo creo así. Mucho menos después de saber que circula, con toda libertad, la idea de que la literatura se esta volviendo irrelevante. Que ha sido desplazada y no precisamente por algo mejor.

Los libros, como los celulares, cumplen una función en nuestras vidas y de nosotros depende darle la importancia que merece. De hecho, es una convivencia que no se puede evitar. Pero darnos pequeños espacios para dedicarlos a la literatura no nos hará ningún daño sino todo lo contrario. Finalmente habrá de pasar lo que tenga que pasar.  Ahí que quede para la reflexión.

 

El derecho a la vida; Bertha Paredes Medina.

Son solo seis letras, pero en su conjunto encierran uno de los temas más delicados para la humanidad: Aborto.

Lo que a simple vista debiera ser un asunto exclusivo de la mujer, en los últimos tempos, ha estado en el escenario y en la voz, y la pluma, de muchos hombres que disfrutan del privilegio de haber nacido.

Ciertamente, dar y preservar la vida a un nuevo ser no es cosa de un solo día. Sin duda, es el acto más maravilloso en la vida de toda mujer. Quien haya tenido un hijo sabrá de lo que hablo.

Entonces, queda claro, nadie más importante y autorizada para hablar y decidir sobre el aborto que la propia mujer.

Las opiniones masculinas, si acaso respetables y hasta ciertos puntos interesantes, no deben tener el peso absoluto para definir y tomar decisiones que, reiteramos, compete a la mujer. La decisión debe ser un privilegio femenino y la ley su máxima fortaleza.

Aunque no es mi estilo traer las ideas de otros, en esta ocasión, haré una excepción con una historia que seguramente nos llevará a meditar sobre este tema. El relato forma parte de un viejo volumen que encontré en una pequeña librería de la ciudad de México. Me costó 14 pesos el libro titulado “Sueños” de J. J. Benítez. Su lectura motivo un inmenso deseo de compartirla. He aquí la historia.

“En el tiempo mágico y de cristal de los sueños, dos seres -recién llegados al mismo mundo- se hicieron amigos.

Cada día, desde la roja oscuridad de sus claustros maternos, los nuevos fetos intercambiaron esperanzas.

Pero un día, uno de los seres se sintió morir. Y en la angustia de su soledad llamo al hermano de gestación…-Algo ocurre con mi cuerpo. He sentido el dolor de una espada que me ha cruzado de parte a parte. ¡Y la vida se me va! Pero el segundo ser guardo silencio.- ¡Oh, hermano, responde a mi angustia! ¿Por qué me siento morir si todavía ni siquiera he nacido?

Y el segundo respondió al fin. –Tu etapa a sido corta. La vida se te escapa.

-¿Por qué?

-Tus padres no te desean-

-¿Y voy a morir?

-Me temo que si

En la burbuja de los sueños aquel nuevo ser lloró con lágrimas de vacío. Con el llanto negro de los impotentes y encadenados.

-¿Por qué, Porque? Repetía sin cesar.

-¿Es que no sabes que el mundo en que hemos sido concebidos tolera y admite la muerte de aquellos que, como nosotros, todavía no han visto la luz del planeta?

-Pero el derecho a la vida es prioritario a cualquier otro derecho.

-Sí, pero solo para los que ya han nacido.

-¿Y que me dices de la ciencia?

-La biología y la genética han demostrado que la vida de todo ser humano comienza en el instante de la concepción…

-Eso son “músicas celestiales” para los ya nacidos. Está claro que los hombres del mundo llamado tierra se deshacen siempre de aquellos que les molesta, diga lo que diga la ciencia.

-¡Oh, Dios! Pero entre los seres humanos ninguno es inferior a otro, ninguno debe carecer de derechos.

-A pesar de eso, tú no nacerás

-¿Cómo puedo defenderme?, ¿Cómo puedo gritarles que siento y vivo?

-No puedes.

-Entonces, mi muerte es injusta. No he sido juzgado siquiera. ¿Cuál es mi delito?

-Haber aparecido sobre la faz del planeta. Esa es tu culpa. No hace falta que te juzguen. Los ya nacidos lo harán por ti.

-¿Cómo puedo decirles que tengo grandes planes, que quiero ser un gran investigador, que llevo en mí el secreto para resolver graves problemas?

-Tampoco puedes. Con mucha suerte, tan solo podrás gemir en un cubo de basura.

El nuevo ser se estremeció. Sintió como los latidos de su pequeño corazón se hacían cada vez más desacompasados…

-¡Hermano, ayúdame! ¡Me muero!

-Nadie puede hacer nada por ti.

-Pero, ¿Y mi madre? ¿Por qué ella si pudo nacer y yo no?, ¿No dicen que la libertad es para todos?

-Dicen.

-Dime, ¿Por qué les molesto?

-Afirman que eres un lastre para su “libertad” y para su “realización personal”. Además tu presencia significa nuevos gastos. Más dinero.

-¿Y el amor?

-Esa flor no es natural de este planeta.

-Pero, ¿Por qué yo muero y tú no? Ambos sido concebidos al mismo tiempo. ¿Por qué tu vivirás y yo no?

El segundo feto guardo un nuevo y prolongado mutismo. Pero, al fin, respondió:

-Es que yo, hermano, no soy un ser humano. Yo soy un perro.