Hoy en tu cumpleaños.
La mente me indica tu ausencia física, mi corazón sabe que no existe el olvido.
Lo celebro escuchando tus poemas: tan llenos de amor y orgullo de la tierra que cobijo tu ser.
“No fue antes ni después, me fui en el momento exacto…punto final de mi acto” evoco el sonido de tu voz exclamando, repitiendo, insistiendo en tu oración de aceptación de vida en este mundo y más allá.
Tú quizá te preparaste para partir; los demás, amigos, parientes, familia, jamás estuvimos listos para dejar de verte. Duele tu ausencia y silencio. En especial, este día, que año con año, sumabas número hasta cubrir la totalidad de fichas de la lotería campechana.
Te escribo estas letras amigo Ramón Rosado Alonso porque tengo tanto que contarte. Te escribo hoy en tu onomástico. Remembrando charlas previstas y otras imprevistas donde arreglábamos el mundo y sus problemas. Charlábamos de libros y mil cosas más. Invariablemente mencionabas Champotón tu terruño natal. Siempre mirabas todo positivo. Todo estará bien. Porque quienes tuvimos el privilegio de tu amistad sabemos que nunca fuiste fatalista.
¿Sabes Ramón?, en el tiempo desde que te fuiste, han cambiado algunas cosas. Otras continúan así como tu viejo río … Por ejemplo, están remozando el parque principal de la ciudad. Seguro quedará hermoso. También han cambiado el piso de mármol de los Portales del Centro. Hay un nuevo Turibus que se ha unido al Guapo. Imagino tus pensamientos favorables con estas iniciativas.
Si me preguntaras sobre Champotón. Te diré que últimamente no he viajado hacia allá. Es dolorosa la memoria. Además sigue en el descuido. Parece que el tiempo no pasa y el futuro se rezaga. Claro, en tus ojos, eso jamás seria problema. La iglesia de las Mercedes no pierde magnificencia. El río sigue hermanado con el mar. La eternidad es virtud de Champotón.
¿El país?, que no te podría decir de los problemas que enfrenta México hacia dentro y hacia el exterior. Sin duda la empolvada Olivetti tendría mucho trabajo para condensar tus opiniones al respecto de Trump, las tarifas de luz, el alza a la gasolina, los pleitos políticos…muy a tu estilo picaresco pero de certera moraleja que también dejaron huérfano de ti y tus letras al buen Nico.
Se te sigue recordando como “El poeta mayor de Champotón”. Nadie olvida tus poemas. Solo que ahora ya no hay quien los declame. Tus versos magníficos, El paisaje de antaño, El flamboyán, La corrida, Llanto por un perrito, Las palomas, El pintor, A Tomas, Palizada, Señor de San Román y la, infausta, Tragedia por los Años Treinta, duermen contigo acompañando tu silencio junto con cientos de versos que nunca fueron publicados.
También, debo decirte, no ha terminado la espera de los pendientes incumplidos. Es cierto, la política y la vida misma son un océano de sinsabores que se deben sortear. Uno no debe perder la fe, me decías, pero cuando la confianza no devuelve confianza. Me gustaría volver a creer en la nobleza humana. Mi esperanza todavía tiene nueve letras.
Por último, extraño tus llamadas, en los últimos tiempos procedentes de Mérida, cada que Tribuna publicaba alguna de mis colaboraciones. Eras uno de mis dos lectores que, a diario, adquirían el periódico únicamente para buscar la página editorial y ver si publicaron Sol y Sombra. Tu aprecio era genuino y certero. A veces una llamada de atención. Otras veces un elogio. Pero me nutria de ánimo para seguir y seguir escribiendo. Esa llamada era esperada, a veces me olvido ya no estas y me quedo esperándola…
Hoy en el día de tu cumpleaños, Día de la Bandera, fecha para nunca olvidar, te evoco con agradecimiento a la vida que me regaló tu amistad. No hay tristeza. Si acaso nostalgia. Sé que estas bien acompañado por Chivirico y los que amaste, en el puente que fantaseabas seria donde te esperarían… Sé que disfrutaste tu paso por la vida, solo que los amigos como tú hacen honor a la palabra inolvidable.
Dejo mi despedida. ¡Hasta luego querido amigo Ramón!